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    Gustavo Oré Aguilar

    Frank Anthony Hurtado Paz

    Perú, un país con gran diversidad cultural y retos que la acompañan

    En los últimos años se ha reforzado la idea de concebir al Perú como “cuna de diversas culturas”. Esto no es producto de la casualidad, pues la focalización de la “diversidad cultural” ha sido una constante de las últimas décadas en toda América Latina. Tal como expresa la antropóloga Deborah Poole (2003:1): 

    Cuando en el futuro los historiadores de América Latina vuelvan su mirada hacia los primeros años del siglo XXI, probablemente se queden intrigados por saber cómo “la cultura” súbitamente ocupó el centro de los debates sobre el carácter de las comunidades políticas, las estrategias económicas y las maneras de ejercer la autoridad y el gobierno.[1]

    Reflexionar sobre la conceptualización moderna de cultura, culturas o diversidad cultural hace parte de lo que se necesita hoy y se quiere a futuro, en un ejercicio prospectivo necesario para buscar alternativas a las prácticas del pasado, aún vigentes en nuestro país, en torno a la agencia de estos temas. Debe partirse de aquello que, más allá de la polisemia de las definiciones se entiende por diversidad cultural, que es considerada patrimonio de la humanidad, y, a decir de la Unesco (2004), es “tan necesaria para la humanidad como la biodiversidad para los seres vivos” y “su salvaguardia se erige en imperativo ético indisociable del respeto por la dignidad de la persona”.[2]

    Para el Ministerio de Cultura (2015), la diversidad cultural 

    […] da cuenta de la diversidad de las expresiones culturales emanadas de la creatividad individual o colectiva y de la multiplicidad e interacción de las culturas que coexisten en una sociedad sin que ninguna se considere el patrón de las demás. Para poder aprovechar sus beneficios se requiere establecer relaciones igualitarias entre los diferentes grupos sociales.[3]

    Así, el artículo 2 inciso 19 de la Constitución Política del Perú establece que toda persona tiene derecho “a la identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la Nación. 

    La Base de Datos de Pueblos Indígenas del Ministerio de Cultura[4] registra la presencia de 55 pueblos indígenas u originarios en el Perú, todos ellos con diferentes expresiones y tradiciones culturales; en los cuales se ha identificado, al menos, la puesta en práctica de 48 lenguas indígenas diferentes. Adicionalmente, también se pueden observar las diferentes expresiones de la población afroperuana y otros grupos culturales presentes en todo el territorio nacional; lo que coloca al Perú como uno de los países con mayor diversidad cultural.

    Es en este contexto en donde surgió la visión del Perú como país “pluricultural”, término que hace referencia a la “presencia simultánea de dos o más culturas en un territorio y su posible interrelación” (Bernabé, 2012:69).[5] Dicha denominación podría confirmarse en la realidad, pues todo el territorio peruano es caracterizado por ser un espacio en el que coexisten grupos de ciudadanos con diferentes identidades y tradiciones culturales.

    Ahora bien, por la dinámica que se presenta en el país y las características propias de interacción entre los diversos grupos que coexisten, la forma que ha planteado el Estado peruano de gestionarlas es con un enfoque intercultural, donde se entiende a la interculturalidad como un “proceso de intercambio, diálogo y aprendizaje que busca generar relaciones de equidad entre diversos grupos étnico-culturales que comparten un espacio; a partir del reconocimiento y valoración positiva de sus diferencias culturales”.[6] La idea central de este modelo es que las culturas no existen separadas —como enfatiza la multiculturalidad— sino que existen en una permanente intersección, que les permite entrar en contacto con las demás culturas; pero, al mismo tiempo, mantener sus especificidades.[7]

    Una vez dicho ello, también es importante resaltar la existencia de diferentes actitudes frente a esta diversidad, varias de ellas negativas. Madeleine Zúñiga y Juan Ansión (1997:7)[8] explican que es común el escenario en el que ciertas tradiciones culturales sean poco reconocidas, e incluso rechazadas, como producto de un contexto de desigualdad social; tal como sucede en el caso peruano. Es en este momento cuando se observa que las diferentes influencias culturales no siempre se procesan de una forma armoniosa, en un ambiente de mutuo respeto y diálogo; sino, por el contrario, en una situación de racismo y discriminación.[9]

    A su turno, el Ministerio de Cultura recalca que: 

    Esta forma de coexistencia sumamente dinámica de distintas culturas e identidades en la sociedad peruana, ocurre en condiciones de fuerte desigualdad y predominio de formas de discriminación de larga data, fuertemente arraigadas en la dinámica social (tales como el racismo, o las múltiples formas de discriminación por razones de origen social, género, color, procedencia geográfica, etc., fuertemente tramadas con las categorizaciones raciales).[10]

    Así, el racismo muestra claramente el “otro lado” del intenso proceso de intercambio y movilidad poblacional que fue modelando la diversidad cultural peruana a lo largo del tiempo. Revela que, junto con los procesos de cambio cultural desatados por el contacto y mezcla de culturas, subsistió un fuerte sistema de dominación cultural tradicional, asentado sobre distinciones coloniales, tales como la de tipo racial.[11]

    Todo aquello vinculado con lo ancestral, lo indígena, lo afrodescendiente; es decir, aquello que se aleja de un centralismo que habla y piensa en castellano, y que ha buscado a lo largo de la historia —y pareciera seguir buscando— perpetrar un sistema que hasta hoy en día ve a la diversidad cultural como un problema y no como una salida al desarrollo y hacia una sociedad evolucionada, y que celebra la diversidad cultural solo cuando esta le resulta inocua, exótica o lejana, mas no cuando se trata de compartir oportunidades y escenarios en situación de igualdad de derechos. Como dice Cecilia Méndez (2000:19), “el indio es, pues, aceptado en tanto paisaje y gloria lejana. Es ‘sabio’ si es pasado y abstracto, como Manco Cápac. Es bruto o ‘estólido’, e ‘impuro’ y ‘vándalo’, si es presente”.[12]

    Este desarrollo se refleja en la I Encuesta Nacional sobre Diversidad Cultural y Discriminación,[13] desarrollada por el Ministerio de Cultura e IPSOS, que muestra que la mayoría de los encuestados (59%) considera que la población quechua o aimara y la población afroperuana son las más discriminadas en el país, seguidas por la población nativa o indígena de la Amazonía (57%) y por la población mestiza (31%). Además, un 53% de entrevistados consideró que los peruanos y peruanas son racistas. 

    Los encuestados y encuestadas afirman que estos hechos discriminatorios se producen principalmente por el nivel de ingresos, la forma de hablar, la vestimenta, los rasgos físicos, el color de piel, entre otros. Es importante resaltar que los lugares donde estos actos han tenido lugar han sido, en su mayoría, hospitales, comisarías y municipalidades; es decir, lugares en donde se prestan servicios públicos.

     

    [1] Poole, D. (2003). Democracia y cultura en la educación intercultural peruana (inédito). Lima: Cepes.

    [2] Unesco (2004). Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural: una visión, una plataforma conceptual, un semillero de ideas, un paradigma nuevo. Lima: Unesco.

    [3] Ministerio de Cultura (2015). Decreto Supremo N.° 03-2015-MC, Política Nacional para la Transversalización del Enfoque Intercultural (p. 19). Lima: Ministerio de Cultura.

    [4] Base de Datos de Pueblos Indígenas u originarios: https://bdpi.cultura.gob.pe/. 

    [5] Bernabé, M. (2012). Pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad, conocimientos necesarios para la labor docente. Hekademos, 1(11), 67-76.

    [6] Ministerio de Cultura (2015). Decreto Supremo N.° 03-2015-MC, Política Nacional para la Transversalización del Enfoque Intercultural (p. 20). Lima: Ministerio de Cultura.

    [7] Ministerio de Cultura (2013). Enfoque Intercultural para la Gestión Pública: herramientas conceptuales (p. 17). Recuperado de: 

    http://repositorio.cultura.gob.pe/bitstream/handle/CULTURA/507/Enfoque%20Intercultural%20para%20la%20gestion%20publica%20Herramientas%20conceptuales.pdf?sequence=1&isAllowed=y (última visita: 20.08.20).

    [8] Zúñiga, M. y Ansión, J. (1997). Interculturalidad y educación en el Perú. Lima: Foro Educativo.

    [9] Organización de las Naciones Unidas (1965). Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. Washington, D. C.: ONU. Recuperado de: https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CERD.aspx . La evidencia actual muestra que la discriminación es una constante en la relación entre diferentes grupos culturales en el Perú. Según esta Convención, la discriminación por motivos étnicos-raciales hace referencia a toda distinción, exclusión, restricción o preferencia hacia una persona o grupo de personas, basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública. Esta tiene por resultado la anulación o menoscabo en el ejercicio o goce de derechos y libertades fundamentales de una persona o un grupo de personas.

    [10] Ministerio de Cultura (2013).

    [11] Ministerio de Cultura (2013). 

    [12] Méndez, C. (2000): Incas sí, indios no: apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Perú. Lima: IEP. Recuperado de: 

    https://repositorio.iep.org.pe/bitstream/IEP/865/2/Mendez_Incas-si-indios-no.pdf

    [13] Ministerio de Cultura, Ipsos (2019). I Encuesta Nacional sobre Diversidad Cultural y Discriminación. Lima: Ministerio de Cultura.

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