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  • Por: Gonzalo Silva Infante

     

    Una vez más, manifestaciones racistas contra un futbolista afrodescendiente -principal población afectada por este tipo de casos en el fútbol peruano- se dieron en un partido del campeonato local. Ocurrió el pasado domingo 5 de febrero, en la primera fecha del Torneo de Verano, en el encuentro que enfrentaba a Universitario de Deportes y Sport Huancayo en el Estadio Monumental de Lima. El futbolista afectado fue alguien que ya ha denunciado anteriormente estos actos en su contra: Julio Landauri, quien representa al Sport Huancayo.

    Lo que sucedió es, lamentablemente, moneda corriente: Cuando Landauri tenía el balón, desde la tribuna Norte, donde se ubica la barra popular de Universitario, escuchó el sonido gutural que recuerda a un primate, animalizando de esta manera a la víctima, quien reaccionó llevándose la mano al oído y echando el balón fuera del campo, en clara señal de protesta por los insultos que venía recibiendo. 

    El árbitro del partido, Eduardo Chirinos, aplicó el protocolo que dicta las bases del torneo peruano ante cualquier acto de discriminación; a saber: detuvo el juego, coordinó con el comisario del partido (ambos son las autoridades durante el desarrollo del juego) y se hizo la advertencia por los altoparlantes, indicando la prohibición de cualquier manifestación de racismo, a riesgo de que el partido sea suspendido.

    Se trata de una situación de la que hemos sido testigos innumerables veces, pero que esta vez no tuvo el desenlace al que estábamos acostumbrados: Indiferencia y justificación de autoridades, medios de comunicación y de los propios futbolistas. El primer paso, como en cualquier caso donde se vulnere algún derecho, es hacer la denuncia. Eso es lo que hizo Landauri, dejando de jugar en protesta por los insultos que recibía. Sin denuncia no hay nada que corregir. En segundo lugar, hay que destacar la inmediata reacción del árbitro. Si bien es cierto el juego estaba detenido porque Landauri botó el balón del terreno de juego, el señor Chirinos no permitió la reanudación del juego hasta que se hizo la advertencia por los altoparlantes. En tercer lugar, la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional (ADFP), a través de su Comisión de Justicia, sancionó al Club Universitario de Deportes con dos unidades impositivas tributarias (8 mil 100 soles), al igual que en otros casos discriminación en el fútbol.

    ¿Qué significa esto? ¿Podemos creer que hay una luz de esperanza en la lucha contra el racismo en el fútbol peruano, uno de los escenarios donde más impunidad ha existido ante estos actos? Creemos que se está dando los primeros pasos. Que las víctimas ya no callen, a diferencia de antes, cuando no encontraban respuestas ante sus denuncias y que, por tanto, se veían disuadidos de denunciar los insultos racistas que siempre han escuchado, es el primer paso para luchar contra una problemática que está presente en nuestro país por más de 500 años y que se ha convertido en parte de nuestra identidad cultural. Somos un país racista y es momento de aceptarlo, de poner el tema sobre la mesa y empezar a buscar soluciones.

    El fútbol es un escenario que genera corriente de opinión. La denuncia de Landauri ha sido recogida por los medios de comunicación y discutida ampliamente, sobre todo en redes sociales. Los comentarios y las discusiones generadas evidencian el desconocimiento que todavía se tiene sobre la problemática y cómo termina afectando a las víctimas y, en general, a todos los peruanos, pero es importante que se siga visibilizando, que se siga denunciado, discutiendo y educando. Hay mucho por hacer y esa lucha nos toca a todos.

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